Para descorchar correctamente una botella de vino necesitamos partir de algo muy básico: tener un buen sacacorchos.
Aunque puede parecer algo obvio, no darle la importancia debida puede hacer que el corcho se nos rompa y que restos de él caigan al vino.
Los sacacorchos más recomendables son los llamados “de dos tiempos”. El primer tiempo sería la entrada de la espiral en el corcho, y el segundo, el momento en el que hacemos palanca para extraer el corcho del cuello de la botella.
Descapsular el vino. Los sacacorchos suelen incluir una pequeña navajita dentada para quitar la cápsula o el capuchón que recubre el corcho y la boca de la botella. Con mucho cuidado, la deslizaremos alrededor del cuello de la botella. Como esta parte de la botella tiene un pequeño saliente, lo ideal es aprovechar ese hueco para trazar el círculo alrededor del cuello. Retiramos la cápsula con cuidado, dejando el corcho al descubierto.
El siguiente paso es introducir la espiral en el centro del corcho (para ello podemos ayudarnos de nuestros dedos índice y pulgar). Es muy importante hacerlo justo en el centro y mantener la trayectoria mientras la introducimos, ya que si entra torcida, podríamos romper el corcho. Puedes apoyarte en una mesa, aunque las normas del servicio de vino indican que se debe sujetar la botella en el aire con una mano mientras con la otra se introduce la espiral.
¿Hasta dónde hay que introducir la espiral? Como el siguiente paso es hacer palanca con el brazo del sacacorchos, la espiral tiene que entrar como máximo hasta que ese brazo se pueda apoyar en el cuello de la botella. La mayoría de espirales tienen una medida similar, así que un pequeño truco es llegar hasta que solo queden un par de vueltas fuera del corcho. Apoyamos el brazo del sacacorchos en el cuello de la botella y hacemos palanca hacia arriba hasta que quede en posición vertical.
Algo más de la mitad del corcho ya estará fuera. El resto tendremos que sacarlo tirando, muy despacio, para evitar que haga ruido al salir y/o que se parta.